viernes, 27 de mayo de 2011

Entrevista a mujer charrúa. Rosita Albariño


Antes que nada te diré que justo te has dirigido a una mujer que pertenece a un pueblo en una situación totalmente atípica.
 Sobre nosotros se tomo una decisión política de exterminio total a mediados del siglo XIX, mas exactamente en 1830, que completo el genocidio iniciado con la conquista.
 Como no éramos un pueblo que aceptara ningún tipo de dominio, ni reservas, ni reducciones, ni evangelización, la determinación fue de muerte total, cacería y degüello, de doce para arriba en los varones, castración de 12 años para abajo y obsequiar las mujeres y los niños (que no fueron usados como cebo para los perros cimarrones) a estancieros, puesteros, militares, ciudadanos en general.
 Estas mujeres fueron las que mantuvieron vivo el fuego de la identidad, y de ellas descendemos, para ahora, organizándonos, ponernos de pie, buscarnos y encontrarnos, por mas dispersos que estemos, y recobrar el común denominador cultural que nos hizo un pueblo reconocido y admirado por lo indomable, tal como lo reconoció el cronista Félix de Azara, diciendo que éramos los mas valientes de América, que peleamos mas de 300 años sin cesar manteniéndonos indómitos. y a la vez acompañando a héroes como Artigas en la defensa contra los imperios.
 Esa es la gesta, sintetizada al máximo.
 Me preguntas que hacemos las mujeres. Tenemos prioridades. Por lo pronto trabajamos, como todos los hermanos originarios, en lo que podemos y en lo que estamos capacitados. Muchas somos docentes, otras ya profesionales, médicas, abogadas, también hay muchas artistas de la música, el teatro, las letras, muchas artesanas, así como personal de servicio, etc. Como todas, porque estamos, como todas, inmersas en una sociedad que nos quito el nombre, la lengua, las costumbres tribales, pero no pudo quitarnos la Memoria ni los genes. Considerando esto, ahí van las respuestas:
 ¿A qué pueblo pertenece?
 - Pertenezco al pueblo charrúa
Dentro de dicha comunidad ¿cual es rol principal de la mujer?
 - La mujer es considerada a la par del hombre, y mantenedora del fuego cultural y de la lengua madre.
¿Comparten tareas hombres y mujeres?
 - Si, de igual a igual. Pero son culturales, los trabajos no se circunscriben a la comunidad charrúa, que vive en diferentes lugares de la provincia, dispersa, considerándose como lo fue el pueblo judío, en diáspora, por genocidio y persecución.
Existen algunas que le sean exclusivas? ¿Y que no le estén permitidas?
 - Antes si, pero la discriminación y la opresión regularizaron y armonizaron una adaptabilidad al medio y circunstancias que hacen prioridad la prevalencia de la cultura, ya sea hombre o mujer el que las transmita. Así que uno u otro se suplen en el trabajo hogareño y rural o artesanal.
¿Perciben remuneraciones?. En caso de hacerlo, como resultan respecto a la de los hombres? (mayor, menor o igual).
 - No recibimos remuneraciones por las tareas inherentes a nuestra recuperación como pueblo. Estamos desde un año esperando se nos otorgue la Personería Jurídica en el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) pero a pesar de haber cumplido todos los requisitos no ha sido concedida aún, a pesar de lo necesaria que nos es para tener acceso a becas, capacitaciones, etc. ya que no contamos con posibilidades económicas de ayuda comunitaria o proyectos colectivos y eso apresura la aculturación contra la cual luchamos.
¿Cómo son las jornadas de trabajo? ¿Limitadas?.
 - Las jornadas de trabajo son a veces muy duras, se trabaja en lo que se consigue, pero se hacen dobles y triples turnos, y luego se continúa en la casa, con las artesanías, venta de pan, tejidos, etc., ya que todo es muy mal pago y el trabajo escasea. Salvo las profesionales, que son las menos, lo que se llaman changas o tareas domésticas y otras, son en negro, sin obra social ni aportes jubilatorios.
En cuanto al acceso al empleo, ¿es igualitario para ambos sexos?
 - Tendría que serlo pero en realidad se excluye a la mujer casada o con grupo familiar, para no pagar licencias ni bonificaciones por hijos, ayuda escolar, etc. Solo en dependencias estatales se logra esto, pero es muy difícil conseguir esos empleos, por la competitividad y la discriminación existentes. La mayoría de las hermanas viven en zonas rurales pauperrimas, de gran índice de desnutrición, hoy agravado por el avance de los monocultivos y fumigaciones.
Otros datos del desempeño laboral de la mujer indígena:
 -Si dice que es indígena corre peligro de no conseguirlo. Si acepta decir que no es indígena, aunque su aspecto lo asegure, tiene mas probabilidades .
Si consigue trabajo debe aceptar toda la cultura occidental y practicarla, no decir que practica la medicina natural ni la de hierbas medicinales ancestrales, ni el parto indígena, ni mucho menos que practica la antigua espiritualidad basada en el respeto a los entes de las naturaleza, la luna, el sol, el monte, el agua. Como no se conoce se demonizan y eso va en contra de su aceptación como empleada de cualquier tipo, considerándola sospechosa y rara.
 No es aceptada tampoco si se enteran que no es bautizada, que cura “de palabra” o con las manos o si practica cualquier tipo de dialogo con árboles, animales o fenómenos naturales, como lluvia, viento, tormenta, etc. -
Esto lo vive desde la mas tierna edad, se le hace notar ya en la escuela, con burlas o exclusión y así va perdiendo el orgullo de los conocimientos tradicionales y la historia de su pueblo, las practicas y perfeccionamiento de la medicina natural, su identidad como mujer indígena.
Si trabaja debe ser occidental totalmente, o no se la considera mas o menos al mismo nivel que las occidentales. Y digo más o menos porque eso es toda otra historia.
Entrevista realizada para el trabajo
La mujer indígena y el trabajo

Carta a la mujer indígena de Corazón Indígena


Mujer indígena siempre he sentido admiración por tu raza, el temple fuiste tallada para ser el espejo de la madre tierra, sencilla, tímida, de sonrisa apenas asomada a la comisura de los labios, de mirada ida contemplando a los dioses en la profundidad de tu alma, en plegaria, rito, canción. Por dentro tu cuerpo bulle misterio, oscuridad florida, sobre el huipil estelar; fuiste creada. Será por eso, que nunca te cortaron el cordón umbilical, unida vas perpetua, a los forjadores de ese inmenso amor, profesas a nuestra madre Tierra.
  
De tus entrañas salen yacimientos de oro, platino,  plata y das vida regocijantes hijos: ríos, lagos, lagunas, cenotes, cataratas y volcanes.
  
Tu cuerpo es árbol ceiba sagrada, ancestral, terminando en raíz gruesa, yéndose en la profundidad de la vía láctea, dando oro blanco algodonado a tus hijos, vástagos, de flora diversa y coloridos tonos tierras.
  
Tu piel dorada es amasijo del maíz, y sus granos provisión dulce de cacao, alimento que endulza lágrimas amargas.
  
Tu cabeza adornada de coloridas cintas unidas a tus cabellos, trenzadas hiervas, diversos aromas, aura tocado, no permite enfermedades entren en su templo. 

En tus caderas, quedaron tatuada la faz de la tierra, donde suele haber talegos de amor de madre, donde la matriz cielo, es el jardín de juego de tus hijos y la matriz tierra, es la Biblia, enseñanza, desde cuando no había ningún ave, pez, ni animal, tampoco sonido; solo mar, tierra, y el vasto cielo, para crecer espiritual.
  
Tu alma va vestida de rojo carmesí, verde profundo de los mares, alas de quetzal viajera, en la libertad misma, del viento.
  
Tus pasos por la vida están marcados por el calendario Maya, donde tus días siderales  se marcan en la orbita de la tierra alrededor del sol y tus hermanas las pléyades siempre contemplándote desde la estrellada distancia. Tu lumbre es origen lunar.
  
Tus cabellos largos  son surcos en  la tierra, dando paso al agua salvadora y fértil semilla donde nace el maíz, cuyuxcate, moral, campeche y el marañón. 

Cuando con tus dulces dedos, siembras la tierra y cuando tus espaldas se inclinan en reverencia a ella, el amor llega desde las constelaciones se unen a ese río de sol, agua y verde sembradío, crece entonces oro, desde tus simientes, maíz, frijoles, calabazas, tomates, yuca y algodón; es el alimento de tus hijos. 

Eres escritura laboriosa y sobre los telares quedan descritos como un arte sin igual en el mundo. Pues mírate mujer, llevas flores bordadas alrededor de tu pecho, como también a tu cuello y has ido dejando registros de tu firma, por todos los pueblos has ido caminando.
  
Tu voz descrita en los colores rojos, amarillos, negros y blancos. Todos los símbolos has aprendido de la naturaleza misma. Ella, tu madre, fue quien te invitó a pintar entregándote los aceites esenciales, salvia de corteza de árboles, ungüentos de alas de libélula y conchas marinas; con estas herramientas sutiles, has ideado el más hermoso lenguaje, fonético, silabario en los glifos sedosos, de tu telar.
  
Mujer religiosa, sacerdotisa, piedra jade, más preciada que el oro, eres monumento, pedestal, tus pies jade, obsidiana y pedernal. Cariz de tu pueblo, donde nos llevas por un hermoso paisaje de orquídeas blancas y ensenadas multicolor. He aquí la más bella flor indígena guatemalteca.
  
A mi hermana ancestral de Guatemala con todo el amor universal.
  
Por: Patricia Araya

sábado, 14 de mayo de 2011

Del silencio a la voz: la comunidad Charrúa en Maciá bucea en sus orígenes y comienza a narrarlos

Históricamente, en América Latina la cultura del silencio y la sumisión ha hecho que los aborígenes sean negados como tales, ha hecho que bajen la cabeza y siempre digan “mande”. Sin embargo, llega un momento en que la situación explota porque las comunidades originarias fueron pueblos y naciones mucho antes que nosotros, porque hay leves indicios de que estamos recuperando una memoria histórica. En la zona de Maciá, departamento Tala, hay un grupo con personería jurídica otorgada por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), y el único con cohesión territorial: Gue Guidai Bera. Ellos están comenzando a recuperar esa identidad negada y a mostrarnos que no sólo son sobrevivientes, sino que como tales, tienen derechos y lógicamente quieren ejercelos.Por N.B., de ANALISIS DIGITAL

Hay que comenzar admitiendo que hay pueblos indígenas y que son más de los que creemos. Sólo en Maciá hay cerca de 250 personas mayores y más de 300 chicos descendientes de la comunidad Gue Guidai Bera, una de las nueve que conforman el Pueblo-Nación Charrúa. Pero más importante que el aspecto numérico, es fundamental destacar el ejercicio de la tolerancia y de la comprensión del diferente, ya que no hay democracia sin el respeto por ese otro distinto.

Gue Guidai Bera se organiza a través de un Consejo de Ancianos, integrado por 15 personas que deciden en asamblea los pasos a seguir por la colectividad ante cualquier eventualidad. Además, tiene una Taita o Cacique, una Latarej, o vocera, dos Ukay Sam, mujeres segundas en autoridad.

La comunidad resurge y se ubica geográficamente en el mismo lugar del Quillá Charrúa, “olvidado y sepultado bajo el nombre de ‘Barrio San Roque’ con organización ancestral como entonces”, contó a este medio una integrante de la etnia que no quiso revelar su nombre porque aseguró que están “con una lucha territorial muy brava”.

Asimismo, y en referencia al nombre del barrio donde se ubicar, la mujer dijo que “la situación” de ellos “es la que sucede en toda la América donde hay un lugar indio, originario, seguro hay algún santo o mención religiosa que hace o intenta el olvido de las creencias antiguas, pero aún estamos, aun somos”, advirtió.

Sobre la consulta de qué quiere decir Gue Guidai Bera, la integrante de la comunidad explicó que significa “reflejo de luna”, o “brillo de la luna sobre el agua”, y que se denominan así “en honor a Rosi -por Rosa Albariño-, quien partió hace ya más de tres años y medio, pero sigue y seguirá”, expresó.

“Las comunidades están aquí desde siempre. Gue Guidai Bera desde las últimas resistencias indias, luego de la ‘salsipuedes’ en la República Oriental del Uruguay, ya que integrantes de ambas bandas se refugiaron en estos montes protectores del centro de Entre Ríos”, manifestó la consultada de sangre aborigen.

“Ante la negación que aún existe y es muy marcada en ésta sociedad que consideró siempre no tener los mal llamados indios, pero naturalizada la denominación y aceptada para saber de quienes se habla, la mayoría de los pueblos nación consideran a un hermano como tal si practica la cosmovisión. Es decir, una mirada diferenciadora de la vida”, explicó. En tanto, resaltó que “actualmente, Gue Guidai Bera”, junto a otra comunidad, “Etriek, tienen jóvenes representando la Comunidad en las Organizaciones Indígenas a nivel nacional”.

La mujer dijo que entre otros encuentros que realizan habitualmente, en 2010 viajaron a Uruguay donde se encontraron con la comunidad Basquadé Inchalá. “Allí danzamos como entonces, y entre rogatorias y ceremonias, fuimos nuevamente las chorroaguat, proclamando nuestros principios y erigiéndonos en guardianes de ellos: igualdad, libertad y valor de la palabra dada. Vida solidaria y comunitaria, como todo pueblo nación indio. Inambi atei, todavía somos, todavía estamos”, concluyó.

Pero el grupo aborigen de Maciá no es el único en la zona, y menos en Entre Ríos. También está el Pueblo Jaguar, etnia madre en la zona, reorganizado por Rosa Albariño -líder histórica que comenzó el proceso de reparación de la Nación dispersa-; y la ya mencionada Etriek, ambos de Villaguay. También hay otras comunidades en Federal, Paraná, Concordia, La Paz.

“Cada día aparecen más personas que demuestran su sangre aborigen porque después de tantos años de silenciamiento, comienza a despertar una mirada de búsqueda de la identidad”, indicó la representante legal de la comunidad de Maciá, Marina Varela.

La letrada señaló que “en Entre Ríos hay numerosas familias descendientes de comunidades indígenas, son cientos de habitantes, rurales o urbanos en todo el territorio provincial”. Asimismo, puntualizó que “a la zona del centro en la provincia, nadie la quiere ver como un lugar histórico. Pero es así”.

Por otro lado, afirmó que tanto Gue Guidai Berá como Jaguar -de Villaguay- “están integrando el Registro Nacional de Comunidades Indígenas (Renaci)”. Y dijo que “el INAI reconoce a una comunidad como tal, luego de una exhaustiva visita por parte de sociólogos y antropólogos que realizan una encuesta socio comunitaria y trabajos comunitarios”.

La puja territorial y un amparo inédito

Tras la quiebra de Goldaracena Hnos. Ltda SAC -una empresa de Maciá- que llevó las tierras a remate, en 2009 se iba a desalojar por disposición judicial a las familias asentadas en el antiguo Quilla. Pero en base al artículo 33 de la Constitución Provincial, y la Ley nacional 26.160 que declara la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país, se evitó la medida. La subasta fue impedida con la colaboración de la Fiscalía de Estado y el Inadi.

Los descendientes

Si bien el formulario de la última estadística poblacional, el Censo 2010, contaba con un apartado por el que se registró la ascendencia aborigen de los habitantes, esos datos aún no están disponibles para ser consultados. -Es preciso destacar que a quien firma este artículo, nunca le fue preguntado este punto por el censista y que estaba explícitamente consignado en el formulario -.

No obstante, durante 2004 y 2005 se realizó la Encuesta de Pueblos Indígenas, complementaria al Censo 2001, a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec). Según estos listados, entre las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Santa Fe, hay 418 personas descendientes de la etnia Ava Guaraní, también entre estas jurisdicciones, se registraron 2.372 habitantes con ascendencia Guaraní. Además, sólo en el territorio entrerriano hay 676 habitantes descendientes del pueblo Charrúa. Es preciso señalar que en el estudio, se registraron a las personas que se reconocieron como pertenecientes y/o descendientes en primera generación de alguna etnia originaria. Además en el listado, se indicó que alrededor del uno por ciento de las personas tienen ascendencia indígena mixta. Es decir que sus progenitores pertenecen a distintos pueblos y que ellos mismo no se reconocieron pertenecientes a ninguna etnia específica.

A quién y qué se reconoce

La Constitución Provincial Reformada, reconoce en su artículo 33 la preexistencia étnica y cultural de sus pueblos originarios. Además, “asegura el respeto a su identidad, la recuperación y conservación de su patrimonio y herencia cultural, la personería de sus comunidades y la propiedad comunitaria inmediata de la tierra que tradicionalmente ocupan. La ley dispondrá la entrega de otras, aptas y suficientes para su desarrollo humano, que serán adjudicadas como reparación histórica en forma gratuita. Serán, indivisibles e intransferibles a terceros”.

Asimismo, el artículo otorga el derecho a los pueblos originarios “a una educación bilingüe e intercultural, a sus conocimientos ancestrales y producciones culturales, a participar en la protección, preservación y recuperación de los recursos naturales vinculados a su entorno y subsistencia, a su elevación socio-económica con planes adecuados y al efectivo respeto por sus tradiciones, creencias y formas de vida”.

Por otro lado, a través de la noma 9.653, la provincia adhirió en 2005 a la Ley nacional 23.302 sobre “Política Indígena, Protección y Apoyo a las Comunidades Aborígenes”, pero como muchos de los derechos adquiridos legalmente y mediante la forma más democrática -es decir habiendo pasado los debidos debates en Diputados y Senadores-, la disposición provincial sólo es un texto que descansa en un cajón esperando su reglamentación. En el artículo segundo de la norma provincial, se faculta al Poder Ejecutivo a designar un representante para integrar el Consejo de Coordinación del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). “Siempre que íbamos a participar de las reuniones nacionales por nuestros pueblos aborígenes en Entre Ríos, pasábamos vergüenza. Todas las provincias tenían su representante menos nosotros. El gobierno no nos ha apoyado en este sentido”, lamentó Varela.

La Ley 23.302, entre varios otros puntos, reconoce desde el artículo 8 al 13 la propiedad de las tierras a los descendientes aborígenes. Pero ese reconocimiento prevé la adjudicación inmediata, y a título gratuito para la explotación agropecuaria, forestal, minera, industrial o artesanal, según las modalidades propias de cada comunidad a los descendientes originarios.

Nota extraída de Análisis digital.com.ar