viernes, 11 de marzo de 2011

11 de Abril, Nación Charrúa. Historia y análisis


nuestro Pueblo Charrúa venia luchando por su independencia desde la invasión de nuestro territorio, por parte de españoles y portugueses, en el siglo 16
Como tampoco se sabe que en el proceso de emancipación de las colonias hispanoamericanas, hubo dos proyectos antagónicos, uno continental, de patria grande, de construcción de un estado y una sola gran nación diversa, desde México hasta el sur del continente, lo encabezaron los pueblos y sus líderes: los padres Morelos e Hidalgos en México, acaudillando las masas indígenas; Francisco Morazán, uniendo a los pueblos de la Republica Centroamericana; el General Simón Bolívar, en el norte de la América del Sur; el mestizo Guaraní José de San Martín, en las Provincias Unidas del Río de la Plata, Chile y Perú; y José Gervasio Artigas, en el corazón del territorio Charrúa: el Uruguay actual, toda la región entrerriana y sur de Brasil.
Para estos hombres la soberanía residía en los pueblos, y la patria era América. Pero el proyecto triunfante fue otro, que respondía a patrones colonialistas, y la liberación de los pueblos de América Latina y el Caribe quedo inconclusa, constituyéndose en el principal reto del siglo 21
La clase dirigente que se adueño del proceso de emancipación de los pueblos en nuestra América estaba formada por terratenientes y comerciantes, quienes al calor de la construcción de los estados latinoamericanos, devendrían en las opulentas minorías oligárquicas, que gobernarían convirtiendo a nuestros países en proveedores de materias primas y a nuestros pueblos en esclavos de las potencias europeas.
No solo despedazaron el continente, dando nacimiento a una veintena de estados, sino que convirtieron al proceso de emancipación continental de los pueblos latinoamericanos y caribeños, en una extensión de la colonialidad española, en un simple cambio de amo, en el segundo golpe de estado.
El triunfo del proyecto liberal capitalista significó para los pueblos indígenas, afrodescendientes, campesinos y mestizos de Nuestra Abya Yala, el paso de un colonialismo externo, a uno interno.
Nuestro pueblo Charrúa en armas fue protagonista indiscutible del proceso de liberación continental, en nuestro territorio ancestral.
Fuimos parte de la Liga de los Pueblos Libres, que abarco las actuales provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Misiones, Corrientes, Córdoba y la Banda Oriental del Uruguay, liderados por el General José Gervasio Artigas, que entre 1813-1820 representó la alternativa a los proyectos imperiales en nuestra región. La misma, fue una alianza heterogénea de incipientes estados provinciales, pueblos indígenas, afrodescendientes, criollos pobres y algunos europeos. Su espíritu estuvo basado en la integración de pueblos y culturas soberanas, sin hegemonismos, para ser libres  sin dominar a nadie.
El pueblo Charrúa en armas fue la columna vertebral del artiguismo en la Banda Oriental del Uruguay. Pero este proyecto de liberación contó con demasiados y fuertes enemigos, y fuimos derrotados, y exiliado nuestro líder José Artigas en Paraguay.
Esto significo el reparto de nuestro territorio, por parte de Argentina, Brasil y Uruguay; y el aniquilamiento de nuestras comunidades. En la Republica del Uruguay por el presidente Fructuoso Rivera; y en Entre Ríos por el Gobernador Justo José de Urquiza, quien nos utilizo en las luchas civiles contra los unitarios; despojándonos así, de nuestro territorio ancestral, nos vimos obligados a ocultar nuestra identidad en el criollo.
El estado liberal, eurocentrista y oligárquico nos invisibiliza históricamente, a través de su lógica, de igualdad, orden y progreso con: genocidios estadísticos, despojos de territorio, un sistema educativo orientado a la negación de nuestra identidad, la imposición de celebraciones religiosas y patrióticas, perdida de nuestras lenguas indígenas e imposición  de la lengua castellana, destrucción de la sabiduría de nuestros ancianos. Festejan la propiedad privada de los recursos naturales, donde cualquiera que tenga dinero pueda comprarlos, poseerlos y usufructuarlos, aun siendo bienes colectivos como los ríos, el aire, la diversidad biológica y la madre tierra. Patrones que atentan contra nuestra cultura
La larga noche de silencio para nuestro pueblo duro poco más de un siglo, nuestra gente oculto hacia afuera nuestra identidad Charrúa, hacia adentro distintos mecanismos de resistencia permitieron sobrevivir y dar lugar al renacimiento.

Se habla y se festeja en distintos países de independencia, del bicentenario, cuando lo que han hecho es cambiar de patrón. el imperio se encargo de respaldar dictaduras en todo el continente, y luego de endeudar a cada país,respaldo las salidas democráticas, así le llamaron. Y hoy cada gobierno hace los mandados. ¿De que independencia se habla? Los que realmente lucharon por la independencia, fueron traicionados como el caso de Artigas que termino en el Paraguay. Rivera planifico su muerte, esta documentado en el archivo Artigas en la Biblioteca Nacional, con una carta de su puño y letra, fue el responsable de la matanza a los Charrúa en Salsipuedes. Pero en Uruguay sigue siendo héroe nacional. Desde su gobierno que fue el primero hasta el actual, nadie toco las infames mentiras históricas. Haciéndose cómplices de delitos de lesa humanidad.
Este 11 de abril, nos visitara la historia, y estaremos presentes en Salsipuedes, generaremos mas conciencia de la lucha por la reivindicación histórica, por nuestros abuelos. 
Pero también tenemos que detenernos a pensar, en los personalismos, y egocentrismos, que tienen que desaparecer, para poder ser la Nación Charrúa. Somos críticos de la cultura accidental, en la cual nos hicimos hombres y mujeres, amando profundamente nuestra descendencia indígena. Sus valores, la cosmovisión que compartimos con nuestros hermanos en Nuestra Abya Yala. Pero sufrimos de ego, de individualismos, de hacer chacritas para unos pocos. Sufrimos de romanticismo, con falta de actitudes. Nos llamamos inchala (hermano en Charrúa) y estamos todos separados, en grupos, se forman coordinadoras que duran cinco minutos. Mientras hallan dueños de la pelota, que decidan quien juega y quien no, seremos grupos y grupillos, mas nunca la Nacion Charrúa. 

Ricardo Silva (Caio) para Marquemos un Norte

domingo, 6 de marzo de 2011

Antiguos pueblos presentes en cientos de voces de uso diario

Palabras de uso común entre los habitantes de esta región provienen de idiomas originarios, y por costumbre las pronunciamos bien integradas al castellano
ENCUENTRO. VECINOS CHARRÚAS Y GUARANÍES, EN UNA CEREMONIA REALIZADA CON MOTIVO DEL NACIMIENTO DE ENTRE RÍOS EN EL ESPINILLO.


Decíamos en otra columna que en nuestro sistema de ideas, en nuestro mapa de fisonomías de la constitución social no nos dejaron casilleros, modos de anotar al indio, al africano, a eso mismo que somos y que, por obra de la educación europeizante, ocultamos por siglos.

Nuestros umbrales de percepción captan lo europeo, en general. Todo lo acondicionamos para encajarlo en esas estructuras, aunque quede chingueando, aunque entre forzado.

Somos a veces incapaces de reconocer lo que subyace en el criollo, no asumimos que los abuelos de ese criollo son charrúas, angoleños, guaraníes, guineanos, minas, mocovíes, chanás, y también españoles, portugueses…

Y si lo notamos será como una excepción a la regla, aunque la “regla” en algunos lados sea minoría. En Paraná, por caso, uno sale a la calle y encuentra rostros con abuelos en África multiplicados por miles, pero apenas ingresemos a la biblioteca, al aula, a las instituciones, nos preguntaremos por qué aquí no hay negros…

Los ropajes ajenos nos impiden tomar como cierto lo que es obvio.

Con más de 300 vocablos de pueblos originarios en nuestra lengua diaria, no terminamos de convencernos de que, para nosotros, es una prioridad conocer esos idiomas si queremos conocernos. Ya sabemos qué ocurre con un árbol sin raíces.

Lo que no sabemos
Unos documentalistas venezolanos llegaron a estos pagos en la primavera pasada, con la idea de llevar a la pantalla la vida y la obra de José Artigas (a quien los guaraníes llamaron Overava karaí , el señor que resplandece, como explica el oriental Gonzalo Abella).

En un diálogo cordial a orillas del Espinillo, donde se enfrentaron en 1814 entrerrianos y orientales juntos, contra invasores porteños, en un combate que fundaría la provincia de Entre Ríos, comentábamos con los venezolanos ciertos asuntos de Gualeguaychú, Paraná, Uruguay, Gualeguay, y lo que para nosotros era una charla en perfecto castellano a ellos les provocó esta pregunta: ¿son todos nombres del guaraní?

Éramos dos los entrerrianos presentes, y nuestras respuestas mezquinas fueron igualmente monosílabos: uno dijo sí, el otro dijo no.

Nos pintamos bien: no sabemos.

Es que los historiadores, antropólogos y lingüistas coinciden en que la presencia del guaraní es inocultable en la toponimia entrerriana, en el vocabulario habitual, pero esa raíz guaraní no explica todo. Ni siquiera sabemos cuánto explica.

Lo que la espontaneidad de los caraqueños vino a señalarnos es que aquí naturalizamos la presencia de centenares de vocablos que se originaron en idiomas de pueblos antiguos de América, que están en nuestra constitución esencial, y el visitante los distingue en un santiamén, sorprendido ante la identidad, la cadencia, la abundancia de esas palabras no castellanas.

Los ríos que forman el mapa entrerriano, Paraná, Uruguay, Paraná Guazú, Guayquiraró, Mocoretá; los cursos que avenan el territorio al medio de norte a sur, Gualeguay, Nogoyá, Gualeguaychú. Islas grandes como Curuzú Chalí, Las Lechiguanas, islas pequeñas como Cupalén, Cambacuá, Pepeají… Todo el territorio de los panzaverdes, a lo ancho, a lo largo, está impregnado de voces de mujeres y hombres que habitaban estos suelos antes de la conquista europea, sonidos más o menos trasladados a los fonemas y las letras del castellano, aprisionados allí, cuando no tergiversados. Y algo así ocurre en las vecinas Santa Fe, Corrientes, Uruguay.

Uno mira al cielo y pasa en bandada el sirirí, sabe que en el agua reina el surubí, y nos basta salir a los caminos rurales para ver cómo se atropellan al trotecito los cuises. En el suelo, la yarará, la iguana, y si escarbamos un poquito, la isoca.

En algunos casos la modernidad distanciada del entorno pisó los nombres antiguos, rebautizó. Un ejemplo: la isoca, que en la Facultad de Agronomía suelen llamar… “gusano blanco”. Cero creatividad.

Pero los idiomas de aquí tienen un particular prestigio, además, y se nota en las instituciones nuevas que nombran desde allí, como buscando hincar las raíces. El caso de las organizaciones ecologistas Ñangarecó Nderejhe, M´Biguá, Mingaché…

Yan, guay, guale
Los investigadores encuentran un universo tan complejo en nuestro idioma, por la presencia masiva de vocablos indios, que han llegado a señalar esta paradoja: por un lado se dice que Entre Ríos tenía pocos habitantes antes de la conquista y con escaso desarrollo cultural, por otro lado sorprende la cantidad y variedad de voces indias para designar arroyos, ríos, lagunas, cerros, parajes, insectos, aves, peces, anfibios, árboles, hierbas, mamíferos, personas…

Si decimos: el gurí de Paraná pescaba patíes y arrancaba frutitas del mburucuyá bajo un ñandubay al lado de los carpinchos en el Pozo Ju cuando fue atacado por los saguaipés… nos habremos servido de ocho sustantivos indios en una sola frase.

Probemos de otro modo: el río Gualeguay nace en los arroyos Gualeguay y Taraguy cerca de los distritos Tatutí y Mandisoví, y desemboca en el Ibicuy que da al Paraná Guazú. Esto es una panzada de sustantivos heredados de los pueblos originarios, en apenas una oración breve.

Ahora, ¿todo encuentra cuna en el guaraní? Los expertos dicen que no.

Un aporte de Jorge Díez Vélez, en la revista El Mirador, de Concepción del Uruguay, incluye en la toponimia no guaraní entrerriana, o sólo parcialmente guaraní, las voces Calá, Gualeguay, Gualeguaychú, Nogoyá, Villaguay, Cupalén, Gená, Mocoretá, Guayquiraró, Pospós, Gualeyán, Carazú…

Entonces hurga en explicaciones a partir de varias lenguas. En algunos casos señala la posible confluencia de tres idiomas en una sola expresión.

En una columna titulada “La toponimia guaraní en Entre Ríos, un callejón sin salida”, publicado en la misma revista El Mirador, el estudioso Ricardo J. Nardi refuta varias hipótesis y nos alumbra: “hay que destacar que en el siglo 17 se nombra a un cacique charrúa Guaytán en cuyo nombre figura la secuencia guay y en el siglo 18 se cita a otro cacique charrúa llamado Naigualvé, por lo cual se podría sospechar la filiación charrúa de guay”.

Respecto del final yan (Gualeyán), recuerda Nardi que se halla en los nombres de caciques minuanes Cloyán, Lumillán, Olayá.

“Como se ve existe documentación de los morfemas o secuencias guay (way) y yan en la lengua de los charrúas y afines. No se puede recurrir al guaraní gua que es sufijo o posposición. Es posible que ese Guale también sea charrúa”, insiste Nardi.

Florencio López se había tomado de referencias de Antonio Serrano para decir que Gualeyán “está compuesto por un híbrido guaraní charrúa: gua del guaraní lugar, sitio, de allí; y leyán del charrúa deformado por el español de la correcta palabra charrúa lachán que significa perro. Su etimología es, pues, arroyo (¿?) del perro o de los perros”.

Díaz Vélez diría después que Gualeyán podría ser un híbrido Lengua-Pampa (chaquense-pampeano) que significaría arroyo del cacique. Entonces vendría Nardi a decir que yan podría venir del allentiak gente, o del tehuelche cacique, para señalar luego los nombres de caciques terminados en yán o ya, y concluir en que muchas voces están ocultando su raíz.

Claro, la conclusión de Nardi será un mazazo para nuestras expectativas: “Mi sincera opinión es que la toponimia indígena no claramente guaraní de Entre Ríos se halla en un callejón sin salida. Hasta que no hallen vocabularios extensos de otras lenguas todo se reducirá a especulaciones no comprobables con secuencias de sonidos de significación desconocida”.

Límites ficticios
No sabemos bien qué significan, a qué se refieren y cómo están compuestos muchos términos. En algunos casos los expertos llegan a proponer hasta una docena de posibles significados.

Veamos el ejemplo de Uruguay: río de los caracoles, río de los pájaros, río de la región de los urúes, río del canal. O también: río de las vueltas, río de las lechuzas, agua de fuente donde hay pájaros como gallinas, agua de una cueva donde hay pájaros, río de aves de diferentes colores, tierra de la cola del ave, río acaracolado…

El panorama se presenta para algunos vocablos como un camino sin salida, dicen los expertos, pero todo indica que los estudios nos deparan sorpresas. Quizá una investigación lingüística profunda, integral, en la Mesopotamia, Uruguay, Río Grande do Sul, nos daría buenas pistas y nos volvería a convocar a esa unidad de lo que fue la gran provincia del Uruguay, y que los límites ficticios nos nublan.

Nuestros pueblos originarios están, pues, en los rostros de los entrerrianos, en la sangre, en las costumbres, en la identidad cultural, y también en la lengua de uso habitual. Que no podamos distinguir con precisión la cuna de cada palabra es también fruto de la dinámica propia de las lenguas en todo el mundo.

Tirso Fiorotto
De la Redacción de UNO
tfiorotto@unoentrerios.com.ar

Esta columna toma fragmentos de una publicada por el periodista en el anuario Cuando el Pago se hace Canto, de La Paz.