miércoles, 12 de octubre de 2011

12 DE OCTUBRE- A 519 AÑOS-



"Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra.
Y nos dijeron: -Cierren los ojos y recen-.
Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia. " - Eduardo Galeano.
11 DE OCTUBRE: Ultimo día de la libertad indigena!!!
12 DE OCTUBRE: DIA DE LA RESISTENCIA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS

martes, 4 de octubre de 2011

Primera Convención Pñuricultural Mundial


En este Video , la Invitacion a Todos los Seres Sensibles que sientan el Llamado en sus corazones de participar en la Convencion Pluricultural Mundial a realizarse los dias 11,12 y 13 de Octubre en Santa Fe de la Vera Cruz Argentina...
Se estan movilizando seres de 12 paises y 10 provincias , mas de 70 presentaciones , disertaciones , artistas , etc...
Mas Info en :
http://www.convencionpluricultural.blogspot.com

viernes, 24 de junio de 2011

Año nuevo Charrúa

PARA NUESTR@S INCHALA
PARA NUESTR@S  HERMAN@S:
                                              LA NOCHE A CEDIDO EL PASO A LA LUZ, AL CALOR , AL RENACER. LA SOMBRA TEMIDA SE APARTO Y CANTAMOS AL SOL AL SON DEL ALMA ALEGRE, DURANTE LA CEREMONIA DE LA NOCHE CADA UNO PUSO SU LEÑO Y ASÍ TODOS NOS ABRIGAMOS. 
HOY SEPARAREMOS LA SEMILLA, SAHUMAREMOS LOS ANIMALES, LAS CASAS, LO QUE AMAMOS, HOY NOS ALEGRAREMOS Y CANTAREMOS A ESTE SOL DE VIDA 
 EL NUEVO AÑO NOS TRAERÁ LO JUSTO PARA SER Y APRENDER , HOY COMPARTIREMOS LA FUERZA DEL FUEGO Y EL AMOR, 
HOY PROPONTE LOS CAMBIOS, DEJA LAS DUDAS Y ABRE LAS ALAS, LOS PASOS; DE TU GUÍA ANCESTRAL,DEL JAGUAR, DEL CARPINCHO, DEL ÑANDÚ, O A QUIEN ELEGISTE Y DESANDA,   Y ÉCHATE A VOLAR DESDE EL CORAZÓN.  
QUE ESTE NUEVO CICLO CÓSMICO NOS TRIGA LA CLARIDAD DE LA GUE, LA LUZ DEL ANXIGUAT IT Y LA SABIDURÍA Y FORTALEZA PARA RESISTIR DE NUESTRA, ONKAIJMAR.  
CANTEMOS UNA VEZ MAS:
  •  CINCO SIGLOS RESISTIENDO,
  • CINCO SIGLOS RESISTIENDO,
  • MANTENIENDO SIEMPRE LA ESENCIA                      
  • NACE ARRIBA CON EL SOL,
  • Y CON LA ONKAIUJMAR LA ESENCIA
                                 
                                              ABRAZOS CHARRUA.
      

                    ANAXIGUAT FAUSTINO Y UKAI GLADYS

lunes, 6 de junio de 2011

Diálogo Abierto. Norma Godoy, descendiente de Charrúas

“La cuestión sobre los charrúas es como la de hijos de desaparecidos”

La libertad, el monte y los animales. Las piedras y las plumas. La familia con sus señales y silencios. La luna y sus ciclos. El reencuentro y el falso discurso Julio Vallana De la Redacción de UNO jvallana@unoentrerios.com.ar
Al coordinar la entrevista con la profesora Norma Godoy hay un pequeño detalle que llama la atención, el cual luego se impregna de significación. Detalla que vive en barrio Hernandarias y además de la numeración de su domicilio precisa que su vivienda está “al lado del montecito”. Y completa que algunos vecinos están “apurados” para que se lotee “esa mugre” y “deseosos de que se comience a construir”, lo cual considera irritante. Claro, para la referente en Paraná de la Coordinadora de Comunidades Charrúas, el monte es parte desde niña de sus vivencias más profundas y el hábitat natural –lleno de riquezas– de los antiguos y aguerridos pobladores de estas tierras.

Por siempre, el monte
—¿Dónde naciste?
—En Nogoyá –en 1965– pero circunstancialmente porque mi mamá y mi familia vivían en Crucesitas Séptima, que es equidistante de Viale y Nogoyá.
—¿En el campo?
—Sí, eran arrendatarios. Estábamos a cuatro leguas de la ciudad. Viví allí hasta los 4 años. Mi mamá sólo pudo ir a la escuela un año y la maestra que tuvo le mandó durante tres años cartas con ejercicios y lecciones a través de sus hermanos menores. Era la mayor y tenía que ayudar en la casa, junto con su padrastro.
—¿Recordás algo de lo vivido hasta los 4 años?
—Sí, totalmente; vivo ahí todavía y no me mudé (risas). Mi casa estaba sobre el camino de tierra que conectaba Viale con Nogoyá. Todo rodeado de monte aunque en los campos se trabajaba con el maíz, girasol y trigo –que se entregaba en Viale. Estaba el arroyo Las Piedras, llamado así por sus piedras blancas sobre el lecho, de donde buscábamos agua con un barril para algunos quehaceres de la casa. Luego, mi mamá decidió irnos a Viale –donde puso una despensa– para que pudiera estudiar.
—¿Cómo era tu casa?
—Estaba la cocina –muy grande– con su fogón a leña, un lugar para recibir a las personas, los dormitorios de las mujeres y la habitación de los hermanos de mi mamá aparte. Yo era hija única, de mi mamá soltera. Mi padre no quiso hacerse cargo luego de 11 años de noviazgo.
—¿La actividad de la familia giraba en torno a lo rural?
—Sí, sembraban y entregaban a dos molinos harineros, en una especie de trueque, también con los almacenes de ramos generales –donde mi abuela compraba todo.
—¿Y tu cotidianeidad de niña?
—Correr entre los animales, andar a caballo y buscar las vacas con mi mamá. En los corrales se les sacaba leche a las vacas.
—¿Con qué te divertías?
—Con los animales. También tenía juguetes, y como era la más chiquita de la casa era la malcriada. Mis tíos comenzaron a irse a Buenos Aires al iniciarse el desarrollo industrial. Cuando venían para vacaciones me traían juguetes. También visitaba a los vecinos, ya que algunos tenían hijos chicos. Había una casa donde todas las tardes me esperaban con batatas al horno y más lejos íbamos en sulqui.
—¿Algo extra cotidiano que resultara un acontecimiento?
—Los encuentros con otras familias y los casamientos de mis tíos, cuyas fiestas se hacían en la casa, al igual que bailes.
—¿Las costumbres y la gastronomía eran las propias de la cultura rural?
—Sí. Lo más sencillo eran las tortas fritas y pastelitos –en los días de lluvia– y el pan casero, que hacía mi abuela con levadura de harina de maíz. De la masa de pan se extraía un trozo con el cual se hacían las tortas fritas. También se hacían tortas con huevo batido y azúcar, con la masa del pan. Se hacía dulce y empanadas de calabaza para Semana Santa, y dulce de zapallo cortado en cuadros y mermelada, que no la pude volver a comer porque una vez me empaché.
—¿Cómo viviste el contraste cuando se fueron a vivir a Viale?
—Fue un sufrimiento. Nos fuimos el 29 de setiembre de 1969.
—¿Por qué te acordás?
—¡No me lo olvido más, porque no me quería ir! Tengo grabado hasta el color del sol de ese día. Cada vez que algún vecino o familiar iba a la casa, era obligación que me tenía que llevar. A veces me iba en colectivo, que salía a las 5 de la mañana para Nogoyá. Cuando tenía que volver, me escondía.
—¿Qué fue lo que más sufriste?
—La familia y el espacio, el campo, hasta que en Viale me hice de amigos y compañeros de la escuela. Al año y medio mis tíos y abuelo se tuvieron que ir del campo a Viale –en la época de Onganía, cuando se levantaron los arrendamientos. Algunos de mis tíos ya trabajaban en la cosecha del maíz en Santa Fe, aunque por último también terminaron yéndose a Buenos Aires.
—¿Cómo era Viale por ese entonces?
—Una casa y dos terrenos baldíos alrededor. Muy cerca había un terreno con un montecito donde jugábamos y estábamos todo el día, y todo el mundo nos cuidaba. Ahí me empaché con hinojo y ahora no lo puedo comer. Con mi familia siempre salía a pescar y recorrer los arroyos, donde juntaba piedras y plumas. Ahora, de mayor, me doy cuenta de dónde proviene esta inclinación.
—¿Tenías alguna afición particular?
—Siempre tuve una tendencia hacia la naturaleza. Con mi esposo somos fotógrafos. Casi todas mis fotos son sobre la naturaleza y los árboles. También dibujaba árboles y arroyos. Desde la Primaria me gustó la Geografía y la Historia. Hubiese querido hacer la Licenciatura en Geografía, pero tenía que irme a otra provincia, por lo que mi mamá no quiso, así que hice el profesorado en Paraná.
—¿Siempre trabajaste en Paraná?
—Cuando terminé el profesorado trabajé como docente en Viale. Intentamos hacer una FM y luego hicimos durante 10 años un programa sobre rock en otra radio. Con mi novio compramos una cámara usada y comenzamos a tomar fotos y hacer documentales. Creamos un grupo de aficionados que luego se llamó Peña Fotográfica Viale, que tuvo mucho apoyo de la Municipalidad.
—¿Mantuviste una línea temática en cuanto a la fotografía?
—Me encanta irme al campo y al monte, porque no puedo estar muchas horas entre paredes. Cuando vamos a Viale nos hacemos un tiempo para hacer fotos y seguimos trabajando en la línea de los colores del monte y todo lo que contiene.

Caminantes y hospitalarios
—¿Cuándo comenzaste a indagar sobre el por qué de esa pulsión?
—En la familia nunca se habló demasiado sobre determinadas cosas de los orígenes. Pero en toda familia se da que dos o tres integrantes comienzan a buscar. Unos tíos siempre preguntaban sobre los parentescos y uno de ellos me contó que vio a su abuela una sola vez y que la recuerda que llegó y se fue caminando, aunque vivía lejos.
—¿La conociste?
—No.
—¿Cómo la describió?
—Eran amables y se trataban como si se conocieran desde siempre. Se dice que los charrúas eran muy hospitalarios y amables, incluso con el enemigo herido. Cuando terminé el profesorado y comencé a hacer documentales me encontré con María Elena Moreira, que es prima segunda de mi mamá. Mi mamá me había comentado que ella decía que teníamos orígenes en algunos de los pueblos de Entre Ríos. Luego ella misma me lo dijo y hace cuatro años me lo confirmó Marcelo Luna (vocero de la comunidad).
—¿Hasta ese momento no eras demasiado consciente de ese origen?
—Sí, aunque no había podido hablarlo más profundamente con María Elena. Como profesora de Geografía me sentía bien cuando tocaba el tema de los pueblos originarios. Pero todo es de a poco. Me fui dando cuenta de ciertas cuestiones. Aunque sólo había vivido cuatro años en el campo, la inclinación por la naturaleza me seguía muy fuerte en la ciudad, no obstante que te transforma.

De esto no se habla
—¿Tu mamá nunca te comentó nada?
—No. Se visitaban entre tías, yo iba y me gustaba.
—¿Había alguna característica de tu mamá que luego confirmaste que se relacionaba con el origen charrúa?
—Sí, el color de su piel oscura, que no tiene nada que ver con la mía, que es muy blanca, también los pómulos salientes, la amabilidad y un humor muy particular, inteligente y con picardía. Cuando llegaba alguien a la casa era como una fiesta.
—¿Relatos?
—En la familia no se hablaba del tema. Además fuimos criados en la costumbre de que cuando los mayores hablaban los chicos iban a jugar. Son cosas que me las perdí.
—¿Percibías algún tabú familiar sobre la cuestión?
—No sé si era tan así, aunque no se hablaba. Se hablaba de lo cotidiano y de los familiares, lo cual tiene un porqué. Hasta 1800 fue por la persecución y todos terminaron trabajando con familias en las estancias, como el caso de mi abuela, quien se crió lejos de su mamá. Ella se casó con mi abuelo –de apellido Godoy– quien también tiene raíces no sólo charrúas sino también afro.
—¿Modificaste en algo la relación con ella al comenzar este proceso?
—Lamentablemente falleció en 1998, pero ella fue quien me habló sobre María Elena. Supongo que le hubiera gustado mucho todo lo que estoy haciendo. Para mí no fue una gran revelación porque nunca tuve dudas.
—En cierto modo te lo transmitió sutilmente.
—Sí, no me dijo “Tenés que hacer tal cosa”, sino que me comentó lo de María Elena. Mi mamá era muy activa y no tuvo tiempo para dedicarse. Mis tíos más chicos ahora están orgullosos de que busque las raíces familiares.
—¿Nunca tuviste relación con tu papá?
—No, aunque sí con su familia. Él se fue a vivir a Córdoba.

La Tierra y sus tiempos
—¿Qué comenzaste a hacer cuando Marcelo Luna te confirmó tu origen?
—Lo tomé naturalmente y entré en la comunidad. Volví a hablar con María Elena, porque ha hecho una muy buena investigación y tiene documentación de los jesuitas. Yo tengo una mezcla que incluye a italianos, españoles y hasta un francés, pero me identifiqué con lo charrúa, aunque no reniego de lo otro. Nosotros hablamos de las abuelas, que son quienes mantuvieron la identidad y enseñaban a los niños. Ellas han elegido a algunos para que continúe la tradición. Es un resurgimiento y frente a la crisis civilizatoria, la tierra nos está llamando para que recuperemos los tiempos de la naturaleza que le daban los pueblos originarios.
—Por eso migraban.
—Claro, volvíamos. Si agotás la tierra en determinado lugar tenés que darle tiempo para que se recupere. Por entonces no había alambrados y las tierras les pertenecían.

Exterminio y poligamia
—¿Por qué se dio el cruce entre lo charrúa y lo afro?
—Porque terminaron siendo esclavos. Los ejércitos para quedarse con las tierras exterminaron, y las tierras –según tuvieran o no indios– tenían distintos precios. Con indios eran más caras. Los fueron exterminando o corriendo, hasta replegarse en el monte, mientras quedaban mayoritariamente mujeres. Cuando las cautivaban, se las repartían entre las familias pudientes, lo cual también sucedió con los afro. Hacia los primeros años de 1900 ellos también se ocultaron en el monte como protección. Por el trabajo en las estancias se da el mestizaje entre el criollo, y los que quedaban de los charrúas y los afro. Los dueños de las estancias las forzaban a tener relaciones y tenían hijos. Mi abuela es hija natural de Roque Moreira, hijo de Jacinta Fernández, quien a su vez es descendiente directa de Viquilo, un líder charrúa de alrededor de 1750. Mi abuelo tenía el cabello muy crespo y mota, así que debe haber sido una mezcla. En las fotos veo que tenía los ojos chiquitos y los pómulos salientes, al igual que varios de mis primos.
—¿Qué aconteció con los charrúas que quedaron en los montes?
—Resistieron mientras pudieron. Se lo puede asociar a como ahora viven los hacheros, en pequeñas chozas, consumiendo lo que cazaban y pescaban. Hasta que llegaba quien comenzaba a alambrar y –si se dejaban– los llevaban al casco de la estancia.
—¿Cuál fue el momento en que la resistencia cesó en cuanto a su intensidad?
—Después de las grandes matanzas, como la de Victoria, hacia 1830. Después es un pueblo en dispersión. Resistió unos 300 años.
—¿La tradición oral se cortó por miedo y vergüenza?
—Hasta llegar a 1900 fue por miedo y después –cuando la cantidad de estancias comenzó a crecer– por vergüenza. Ni hablar durante los años 40, 50 y 60. Ser indio era ser nadie y haragán. Hubo que instalar esa idea para justificar la apropiación de las tierras.

De creencias y destrezas
—¿Qué otras características tenían los charrúas y cuál era su cosmogonía?
—El elemento fundamental es la luna, que rige los ciclos de la naturaleza y de los hombres. Su religión era eso. El número cuatro es el más importante, por las estaciones, las lunas y los puntos cardinales. Cuando nacían los hijos, con la primera luna se hacía una especie de ofrenda.
—¿Cuál era la principal destreza
—Cuando los españoles trajeron el caballo, enseguida se adaptaron. La primera destreza era la boleadora, para cazar el ñandú. Nuestro pueblo emigró de la Patagonia –por el cambio climático– y llegó a estas tierras detrás del ñandú, que era el ave que les ofrecía la comida y las plumas para la ornamentación –como lo confirma Darwin y otros estudiosos. Las destrezas con el caballo eran increíbles.
—Le hablaban.
—Para domarlo lo acariciaban y le hablaban. Cuando ya había un acercamiento se metían en un arroyo y recién se subían, para que perdiera la cosquilla. Era una relación muy fuerte. Si el caballo era dócil, quería decir que lo aceptaba, y si no, lo dejaban. Saltaban las barrancas a toda velocidad y se perdían en los pajonales, y esa fue una forma de sobrevivir a los ataques. Incluso dormían sobre un costado del caballo, para que desde el lado del enemigo no los vieran.
—¿Cuál era la región por la cual se desplazaban?
—Hasta el sur de Brasil, incluyendo Uruguay, Entre Ríos y la parte sur de Corrientes. Estamos en contacto con hermanos de Brasil.
—¿En qué puntos geográficos puede haber mayor cantidad de familias que desconozcan su origen charrúa?
—En Nogoyá, sobre el río Gualeguay, Villaguay, Federal y Feliciano, donde la soja exterminó el monte. La comunidad más grande es la de Maciá, con abuelos muy viejitos que han transmitido sus conocimientos.

El ocultamiento de ayer y de hoy
La profesora Godoy destaca lo que actualmente acontece con muchas personas y familias que indagaron sobre sus orígenes, y que tras precisarlo fueron por el encuentro con sus pares. Pero en lo relacionado al aspecto político, pedagógico y cultural minimiza los avances a partir de la falta de consideración desde aquel ámbito de numerosos proyectos presentados por la Coordinadora de Comunidades Charrúas.
—¿Por qué en Entre Ríos fue tan eficaz la acción de ocultamiento cultural y no en el caso de la República Oriental del Uruguay?
—Quizás por nuestros dirigentes políticos y la cuestión de las tierras entrerrianas que eran propicias para criar animales, en el marco de los acuerdos comerciales con los ingleses. Había que exterminarlo porque no se adaptaba, como el guaraní, cuya forma de resistencia fue el acercamiento. La libertad está por sobre todo.
—¿Cuál es tu percepción sobre este proceso de visibilización que está en pleno desarrollo? ¿Es sustentable, se puede ampliar y proyectar en ámbitos institucionales?
—Si hablamos de lo político no hay decisión de instrumentar –salvo algunas excepciones– por ejemplo, la educación intercultural bilingüe –que está reconocida constitucionalmente y en la nueva Ley de Educación. En Entre Ríos es muy superficial. Con la Coordinadora de Comunidades Charrúas presentamos seis proyectos de los cuales sólo se consideró uno, aunque en algunos departamentos la capacitación docente no se realizó. Para nosotros es como un despertar, un proceso difícil porque en algunos casos no se comparte en toda la familia, o por los hijos a quienes en la escuela se les enseña otra cosa. Hoy veo la necesidad de encontrarse entre quienes tienen el mismo origen y saber sobre ello, aunque no sé si en el futuro crecerá. Al actual proceso lo asocio con lo de los hijos de desaparecidos, ya que es bastante similar en cuanto a la violencia. Te encontrás con hijos de desaparecidos que no quieren dejar la familia que los crió porque los quieren y aman, y no quieren saber nada sobre su familia biológica, y otros sí. Cada uno de nosotros tiene un proceso y un tiempo distinto. Todo tiene su tiempo y nada llega antes.
—¿En qué considerás que radica, como docente, la importancia de este rescate cultural?
—En que el 56% de nosotros tiene alguna sangre originaria, porque son los primeros pobladores de estas tierras y es historia. No puedo ser profesora de Geografía, de las Ciencias Sociales, si no hablo primero de quienes estuvieron acá. Es negar la historia de lo que fue esta tierra.

Nota extraída del Diario Uno de Entre Ríos del 5 de junio del 2011

viernes, 27 de mayo de 2011

Entrevista a mujer charrúa. Rosita Albariño


Antes que nada te diré que justo te has dirigido a una mujer que pertenece a un pueblo en una situación totalmente atípica.
 Sobre nosotros se tomo una decisión política de exterminio total a mediados del siglo XIX, mas exactamente en 1830, que completo el genocidio iniciado con la conquista.
 Como no éramos un pueblo que aceptara ningún tipo de dominio, ni reservas, ni reducciones, ni evangelización, la determinación fue de muerte total, cacería y degüello, de doce para arriba en los varones, castración de 12 años para abajo y obsequiar las mujeres y los niños (que no fueron usados como cebo para los perros cimarrones) a estancieros, puesteros, militares, ciudadanos en general.
 Estas mujeres fueron las que mantuvieron vivo el fuego de la identidad, y de ellas descendemos, para ahora, organizándonos, ponernos de pie, buscarnos y encontrarnos, por mas dispersos que estemos, y recobrar el común denominador cultural que nos hizo un pueblo reconocido y admirado por lo indomable, tal como lo reconoció el cronista Félix de Azara, diciendo que éramos los mas valientes de América, que peleamos mas de 300 años sin cesar manteniéndonos indómitos. y a la vez acompañando a héroes como Artigas en la defensa contra los imperios.
 Esa es la gesta, sintetizada al máximo.
 Me preguntas que hacemos las mujeres. Tenemos prioridades. Por lo pronto trabajamos, como todos los hermanos originarios, en lo que podemos y en lo que estamos capacitados. Muchas somos docentes, otras ya profesionales, médicas, abogadas, también hay muchas artistas de la música, el teatro, las letras, muchas artesanas, así como personal de servicio, etc. Como todas, porque estamos, como todas, inmersas en una sociedad que nos quito el nombre, la lengua, las costumbres tribales, pero no pudo quitarnos la Memoria ni los genes. Considerando esto, ahí van las respuestas:
 ¿A qué pueblo pertenece?
 - Pertenezco al pueblo charrúa
Dentro de dicha comunidad ¿cual es rol principal de la mujer?
 - La mujer es considerada a la par del hombre, y mantenedora del fuego cultural y de la lengua madre.
¿Comparten tareas hombres y mujeres?
 - Si, de igual a igual. Pero son culturales, los trabajos no se circunscriben a la comunidad charrúa, que vive en diferentes lugares de la provincia, dispersa, considerándose como lo fue el pueblo judío, en diáspora, por genocidio y persecución.
Existen algunas que le sean exclusivas? ¿Y que no le estén permitidas?
 - Antes si, pero la discriminación y la opresión regularizaron y armonizaron una adaptabilidad al medio y circunstancias que hacen prioridad la prevalencia de la cultura, ya sea hombre o mujer el que las transmita. Así que uno u otro se suplen en el trabajo hogareño y rural o artesanal.
¿Perciben remuneraciones?. En caso de hacerlo, como resultan respecto a la de los hombres? (mayor, menor o igual).
 - No recibimos remuneraciones por las tareas inherentes a nuestra recuperación como pueblo. Estamos desde un año esperando se nos otorgue la Personería Jurídica en el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) pero a pesar de haber cumplido todos los requisitos no ha sido concedida aún, a pesar de lo necesaria que nos es para tener acceso a becas, capacitaciones, etc. ya que no contamos con posibilidades económicas de ayuda comunitaria o proyectos colectivos y eso apresura la aculturación contra la cual luchamos.
¿Cómo son las jornadas de trabajo? ¿Limitadas?.
 - Las jornadas de trabajo son a veces muy duras, se trabaja en lo que se consigue, pero se hacen dobles y triples turnos, y luego se continúa en la casa, con las artesanías, venta de pan, tejidos, etc., ya que todo es muy mal pago y el trabajo escasea. Salvo las profesionales, que son las menos, lo que se llaman changas o tareas domésticas y otras, son en negro, sin obra social ni aportes jubilatorios.
En cuanto al acceso al empleo, ¿es igualitario para ambos sexos?
 - Tendría que serlo pero en realidad se excluye a la mujer casada o con grupo familiar, para no pagar licencias ni bonificaciones por hijos, ayuda escolar, etc. Solo en dependencias estatales se logra esto, pero es muy difícil conseguir esos empleos, por la competitividad y la discriminación existentes. La mayoría de las hermanas viven en zonas rurales pauperrimas, de gran índice de desnutrición, hoy agravado por el avance de los monocultivos y fumigaciones.
Otros datos del desempeño laboral de la mujer indígena:
 -Si dice que es indígena corre peligro de no conseguirlo. Si acepta decir que no es indígena, aunque su aspecto lo asegure, tiene mas probabilidades .
Si consigue trabajo debe aceptar toda la cultura occidental y practicarla, no decir que practica la medicina natural ni la de hierbas medicinales ancestrales, ni el parto indígena, ni mucho menos que practica la antigua espiritualidad basada en el respeto a los entes de las naturaleza, la luna, el sol, el monte, el agua. Como no se conoce se demonizan y eso va en contra de su aceptación como empleada de cualquier tipo, considerándola sospechosa y rara.
 No es aceptada tampoco si se enteran que no es bautizada, que cura “de palabra” o con las manos o si practica cualquier tipo de dialogo con árboles, animales o fenómenos naturales, como lluvia, viento, tormenta, etc. -
Esto lo vive desde la mas tierna edad, se le hace notar ya en la escuela, con burlas o exclusión y así va perdiendo el orgullo de los conocimientos tradicionales y la historia de su pueblo, las practicas y perfeccionamiento de la medicina natural, su identidad como mujer indígena.
Si trabaja debe ser occidental totalmente, o no se la considera mas o menos al mismo nivel que las occidentales. Y digo más o menos porque eso es toda otra historia.
Entrevista realizada para el trabajo
La mujer indígena y el trabajo

Carta a la mujer indígena de Corazón Indígena


Mujer indígena siempre he sentido admiración por tu raza, el temple fuiste tallada para ser el espejo de la madre tierra, sencilla, tímida, de sonrisa apenas asomada a la comisura de los labios, de mirada ida contemplando a los dioses en la profundidad de tu alma, en plegaria, rito, canción. Por dentro tu cuerpo bulle misterio, oscuridad florida, sobre el huipil estelar; fuiste creada. Será por eso, que nunca te cortaron el cordón umbilical, unida vas perpetua, a los forjadores de ese inmenso amor, profesas a nuestra madre Tierra.
  
De tus entrañas salen yacimientos de oro, platino,  plata y das vida regocijantes hijos: ríos, lagos, lagunas, cenotes, cataratas y volcanes.
  
Tu cuerpo es árbol ceiba sagrada, ancestral, terminando en raíz gruesa, yéndose en la profundidad de la vía láctea, dando oro blanco algodonado a tus hijos, vástagos, de flora diversa y coloridos tonos tierras.
  
Tu piel dorada es amasijo del maíz, y sus granos provisión dulce de cacao, alimento que endulza lágrimas amargas.
  
Tu cabeza adornada de coloridas cintas unidas a tus cabellos, trenzadas hiervas, diversos aromas, aura tocado, no permite enfermedades entren en su templo. 

En tus caderas, quedaron tatuada la faz de la tierra, donde suele haber talegos de amor de madre, donde la matriz cielo, es el jardín de juego de tus hijos y la matriz tierra, es la Biblia, enseñanza, desde cuando no había ningún ave, pez, ni animal, tampoco sonido; solo mar, tierra, y el vasto cielo, para crecer espiritual.
  
Tu alma va vestida de rojo carmesí, verde profundo de los mares, alas de quetzal viajera, en la libertad misma, del viento.
  
Tus pasos por la vida están marcados por el calendario Maya, donde tus días siderales  se marcan en la orbita de la tierra alrededor del sol y tus hermanas las pléyades siempre contemplándote desde la estrellada distancia. Tu lumbre es origen lunar.
  
Tus cabellos largos  son surcos en  la tierra, dando paso al agua salvadora y fértil semilla donde nace el maíz, cuyuxcate, moral, campeche y el marañón. 

Cuando con tus dulces dedos, siembras la tierra y cuando tus espaldas se inclinan en reverencia a ella, el amor llega desde las constelaciones se unen a ese río de sol, agua y verde sembradío, crece entonces oro, desde tus simientes, maíz, frijoles, calabazas, tomates, yuca y algodón; es el alimento de tus hijos. 

Eres escritura laboriosa y sobre los telares quedan descritos como un arte sin igual en el mundo. Pues mírate mujer, llevas flores bordadas alrededor de tu pecho, como también a tu cuello y has ido dejando registros de tu firma, por todos los pueblos has ido caminando.
  
Tu voz descrita en los colores rojos, amarillos, negros y blancos. Todos los símbolos has aprendido de la naturaleza misma. Ella, tu madre, fue quien te invitó a pintar entregándote los aceites esenciales, salvia de corteza de árboles, ungüentos de alas de libélula y conchas marinas; con estas herramientas sutiles, has ideado el más hermoso lenguaje, fonético, silabario en los glifos sedosos, de tu telar.
  
Mujer religiosa, sacerdotisa, piedra jade, más preciada que el oro, eres monumento, pedestal, tus pies jade, obsidiana y pedernal. Cariz de tu pueblo, donde nos llevas por un hermoso paisaje de orquídeas blancas y ensenadas multicolor. He aquí la más bella flor indígena guatemalteca.
  
A mi hermana ancestral de Guatemala con todo el amor universal.
  
Por: Patricia Araya

sábado, 14 de mayo de 2011

Del silencio a la voz: la comunidad Charrúa en Maciá bucea en sus orígenes y comienza a narrarlos

Históricamente, en América Latina la cultura del silencio y la sumisión ha hecho que los aborígenes sean negados como tales, ha hecho que bajen la cabeza y siempre digan “mande”. Sin embargo, llega un momento en que la situación explota porque las comunidades originarias fueron pueblos y naciones mucho antes que nosotros, porque hay leves indicios de que estamos recuperando una memoria histórica. En la zona de Maciá, departamento Tala, hay un grupo con personería jurídica otorgada por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), y el único con cohesión territorial: Gue Guidai Bera. Ellos están comenzando a recuperar esa identidad negada y a mostrarnos que no sólo son sobrevivientes, sino que como tales, tienen derechos y lógicamente quieren ejercelos.Por N.B., de ANALISIS DIGITAL

Hay que comenzar admitiendo que hay pueblos indígenas y que son más de los que creemos. Sólo en Maciá hay cerca de 250 personas mayores y más de 300 chicos descendientes de la comunidad Gue Guidai Bera, una de las nueve que conforman el Pueblo-Nación Charrúa. Pero más importante que el aspecto numérico, es fundamental destacar el ejercicio de la tolerancia y de la comprensión del diferente, ya que no hay democracia sin el respeto por ese otro distinto.

Gue Guidai Bera se organiza a través de un Consejo de Ancianos, integrado por 15 personas que deciden en asamblea los pasos a seguir por la colectividad ante cualquier eventualidad. Además, tiene una Taita o Cacique, una Latarej, o vocera, dos Ukay Sam, mujeres segundas en autoridad.

La comunidad resurge y se ubica geográficamente en el mismo lugar del Quillá Charrúa, “olvidado y sepultado bajo el nombre de ‘Barrio San Roque’ con organización ancestral como entonces”, contó a este medio una integrante de la etnia que no quiso revelar su nombre porque aseguró que están “con una lucha territorial muy brava”.

Asimismo, y en referencia al nombre del barrio donde se ubicar, la mujer dijo que “la situación” de ellos “es la que sucede en toda la América donde hay un lugar indio, originario, seguro hay algún santo o mención religiosa que hace o intenta el olvido de las creencias antiguas, pero aún estamos, aun somos”, advirtió.

Sobre la consulta de qué quiere decir Gue Guidai Bera, la integrante de la comunidad explicó que significa “reflejo de luna”, o “brillo de la luna sobre el agua”, y que se denominan así “en honor a Rosi -por Rosa Albariño-, quien partió hace ya más de tres años y medio, pero sigue y seguirá”, expresó.

“Las comunidades están aquí desde siempre. Gue Guidai Bera desde las últimas resistencias indias, luego de la ‘salsipuedes’ en la República Oriental del Uruguay, ya que integrantes de ambas bandas se refugiaron en estos montes protectores del centro de Entre Ríos”, manifestó la consultada de sangre aborigen.

“Ante la negación que aún existe y es muy marcada en ésta sociedad que consideró siempre no tener los mal llamados indios, pero naturalizada la denominación y aceptada para saber de quienes se habla, la mayoría de los pueblos nación consideran a un hermano como tal si practica la cosmovisión. Es decir, una mirada diferenciadora de la vida”, explicó. En tanto, resaltó que “actualmente, Gue Guidai Bera”, junto a otra comunidad, “Etriek, tienen jóvenes representando la Comunidad en las Organizaciones Indígenas a nivel nacional”.

La mujer dijo que entre otros encuentros que realizan habitualmente, en 2010 viajaron a Uruguay donde se encontraron con la comunidad Basquadé Inchalá. “Allí danzamos como entonces, y entre rogatorias y ceremonias, fuimos nuevamente las chorroaguat, proclamando nuestros principios y erigiéndonos en guardianes de ellos: igualdad, libertad y valor de la palabra dada. Vida solidaria y comunitaria, como todo pueblo nación indio. Inambi atei, todavía somos, todavía estamos”, concluyó.

Pero el grupo aborigen de Maciá no es el único en la zona, y menos en Entre Ríos. También está el Pueblo Jaguar, etnia madre en la zona, reorganizado por Rosa Albariño -líder histórica que comenzó el proceso de reparación de la Nación dispersa-; y la ya mencionada Etriek, ambos de Villaguay. También hay otras comunidades en Federal, Paraná, Concordia, La Paz.

“Cada día aparecen más personas que demuestran su sangre aborigen porque después de tantos años de silenciamiento, comienza a despertar una mirada de búsqueda de la identidad”, indicó la representante legal de la comunidad de Maciá, Marina Varela.

La letrada señaló que “en Entre Ríos hay numerosas familias descendientes de comunidades indígenas, son cientos de habitantes, rurales o urbanos en todo el territorio provincial”. Asimismo, puntualizó que “a la zona del centro en la provincia, nadie la quiere ver como un lugar histórico. Pero es así”.

Por otro lado, afirmó que tanto Gue Guidai Berá como Jaguar -de Villaguay- “están integrando el Registro Nacional de Comunidades Indígenas (Renaci)”. Y dijo que “el INAI reconoce a una comunidad como tal, luego de una exhaustiva visita por parte de sociólogos y antropólogos que realizan una encuesta socio comunitaria y trabajos comunitarios”.

La puja territorial y un amparo inédito

Tras la quiebra de Goldaracena Hnos. Ltda SAC -una empresa de Maciá- que llevó las tierras a remate, en 2009 se iba a desalojar por disposición judicial a las familias asentadas en el antiguo Quilla. Pero en base al artículo 33 de la Constitución Provincial, y la Ley nacional 26.160 que declara la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país, se evitó la medida. La subasta fue impedida con la colaboración de la Fiscalía de Estado y el Inadi.

Los descendientes

Si bien el formulario de la última estadística poblacional, el Censo 2010, contaba con un apartado por el que se registró la ascendencia aborigen de los habitantes, esos datos aún no están disponibles para ser consultados. -Es preciso destacar que a quien firma este artículo, nunca le fue preguntado este punto por el censista y que estaba explícitamente consignado en el formulario -.

No obstante, durante 2004 y 2005 se realizó la Encuesta de Pueblos Indígenas, complementaria al Censo 2001, a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec). Según estos listados, entre las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Santa Fe, hay 418 personas descendientes de la etnia Ava Guaraní, también entre estas jurisdicciones, se registraron 2.372 habitantes con ascendencia Guaraní. Además, sólo en el territorio entrerriano hay 676 habitantes descendientes del pueblo Charrúa. Es preciso señalar que en el estudio, se registraron a las personas que se reconocieron como pertenecientes y/o descendientes en primera generación de alguna etnia originaria. Además en el listado, se indicó que alrededor del uno por ciento de las personas tienen ascendencia indígena mixta. Es decir que sus progenitores pertenecen a distintos pueblos y que ellos mismo no se reconocieron pertenecientes a ninguna etnia específica.

A quién y qué se reconoce

La Constitución Provincial Reformada, reconoce en su artículo 33 la preexistencia étnica y cultural de sus pueblos originarios. Además, “asegura el respeto a su identidad, la recuperación y conservación de su patrimonio y herencia cultural, la personería de sus comunidades y la propiedad comunitaria inmediata de la tierra que tradicionalmente ocupan. La ley dispondrá la entrega de otras, aptas y suficientes para su desarrollo humano, que serán adjudicadas como reparación histórica en forma gratuita. Serán, indivisibles e intransferibles a terceros”.

Asimismo, el artículo otorga el derecho a los pueblos originarios “a una educación bilingüe e intercultural, a sus conocimientos ancestrales y producciones culturales, a participar en la protección, preservación y recuperación de los recursos naturales vinculados a su entorno y subsistencia, a su elevación socio-económica con planes adecuados y al efectivo respeto por sus tradiciones, creencias y formas de vida”.

Por otro lado, a través de la noma 9.653, la provincia adhirió en 2005 a la Ley nacional 23.302 sobre “Política Indígena, Protección y Apoyo a las Comunidades Aborígenes”, pero como muchos de los derechos adquiridos legalmente y mediante la forma más democrática -es decir habiendo pasado los debidos debates en Diputados y Senadores-, la disposición provincial sólo es un texto que descansa en un cajón esperando su reglamentación. En el artículo segundo de la norma provincial, se faculta al Poder Ejecutivo a designar un representante para integrar el Consejo de Coordinación del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). “Siempre que íbamos a participar de las reuniones nacionales por nuestros pueblos aborígenes en Entre Ríos, pasábamos vergüenza. Todas las provincias tenían su representante menos nosotros. El gobierno no nos ha apoyado en este sentido”, lamentó Varela.

La Ley 23.302, entre varios otros puntos, reconoce desde el artículo 8 al 13 la propiedad de las tierras a los descendientes aborígenes. Pero ese reconocimiento prevé la adjudicación inmediata, y a título gratuito para la explotación agropecuaria, forestal, minera, industrial o artesanal, según las modalidades propias de cada comunidad a los descendientes originarios.

Nota extraída de Análisis digital.com.ar

viernes, 11 de marzo de 2011

11 de Abril, Nación Charrúa. Historia y análisis


nuestro Pueblo Charrúa venia luchando por su independencia desde la invasión de nuestro territorio, por parte de españoles y portugueses, en el siglo 16
Como tampoco se sabe que en el proceso de emancipación de las colonias hispanoamericanas, hubo dos proyectos antagónicos, uno continental, de patria grande, de construcción de un estado y una sola gran nación diversa, desde México hasta el sur del continente, lo encabezaron los pueblos y sus líderes: los padres Morelos e Hidalgos en México, acaudillando las masas indígenas; Francisco Morazán, uniendo a los pueblos de la Republica Centroamericana; el General Simón Bolívar, en el norte de la América del Sur; el mestizo Guaraní José de San Martín, en las Provincias Unidas del Río de la Plata, Chile y Perú; y José Gervasio Artigas, en el corazón del territorio Charrúa: el Uruguay actual, toda la región entrerriana y sur de Brasil.
Para estos hombres la soberanía residía en los pueblos, y la patria era América. Pero el proyecto triunfante fue otro, que respondía a patrones colonialistas, y la liberación de los pueblos de América Latina y el Caribe quedo inconclusa, constituyéndose en el principal reto del siglo 21
La clase dirigente que se adueño del proceso de emancipación de los pueblos en nuestra América estaba formada por terratenientes y comerciantes, quienes al calor de la construcción de los estados latinoamericanos, devendrían en las opulentas minorías oligárquicas, que gobernarían convirtiendo a nuestros países en proveedores de materias primas y a nuestros pueblos en esclavos de las potencias europeas.
No solo despedazaron el continente, dando nacimiento a una veintena de estados, sino que convirtieron al proceso de emancipación continental de los pueblos latinoamericanos y caribeños, en una extensión de la colonialidad española, en un simple cambio de amo, en el segundo golpe de estado.
El triunfo del proyecto liberal capitalista significó para los pueblos indígenas, afrodescendientes, campesinos y mestizos de Nuestra Abya Yala, el paso de un colonialismo externo, a uno interno.
Nuestro pueblo Charrúa en armas fue protagonista indiscutible del proceso de liberación continental, en nuestro territorio ancestral.
Fuimos parte de la Liga de los Pueblos Libres, que abarco las actuales provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Misiones, Corrientes, Córdoba y la Banda Oriental del Uruguay, liderados por el General José Gervasio Artigas, que entre 1813-1820 representó la alternativa a los proyectos imperiales en nuestra región. La misma, fue una alianza heterogénea de incipientes estados provinciales, pueblos indígenas, afrodescendientes, criollos pobres y algunos europeos. Su espíritu estuvo basado en la integración de pueblos y culturas soberanas, sin hegemonismos, para ser libres  sin dominar a nadie.
El pueblo Charrúa en armas fue la columna vertebral del artiguismo en la Banda Oriental del Uruguay. Pero este proyecto de liberación contó con demasiados y fuertes enemigos, y fuimos derrotados, y exiliado nuestro líder José Artigas en Paraguay.
Esto significo el reparto de nuestro territorio, por parte de Argentina, Brasil y Uruguay; y el aniquilamiento de nuestras comunidades. En la Republica del Uruguay por el presidente Fructuoso Rivera; y en Entre Ríos por el Gobernador Justo José de Urquiza, quien nos utilizo en las luchas civiles contra los unitarios; despojándonos así, de nuestro territorio ancestral, nos vimos obligados a ocultar nuestra identidad en el criollo.
El estado liberal, eurocentrista y oligárquico nos invisibiliza históricamente, a través de su lógica, de igualdad, orden y progreso con: genocidios estadísticos, despojos de territorio, un sistema educativo orientado a la negación de nuestra identidad, la imposición de celebraciones religiosas y patrióticas, perdida de nuestras lenguas indígenas e imposición  de la lengua castellana, destrucción de la sabiduría de nuestros ancianos. Festejan la propiedad privada de los recursos naturales, donde cualquiera que tenga dinero pueda comprarlos, poseerlos y usufructuarlos, aun siendo bienes colectivos como los ríos, el aire, la diversidad biológica y la madre tierra. Patrones que atentan contra nuestra cultura
La larga noche de silencio para nuestro pueblo duro poco más de un siglo, nuestra gente oculto hacia afuera nuestra identidad Charrúa, hacia adentro distintos mecanismos de resistencia permitieron sobrevivir y dar lugar al renacimiento.

Se habla y se festeja en distintos países de independencia, del bicentenario, cuando lo que han hecho es cambiar de patrón. el imperio se encargo de respaldar dictaduras en todo el continente, y luego de endeudar a cada país,respaldo las salidas democráticas, así le llamaron. Y hoy cada gobierno hace los mandados. ¿De que independencia se habla? Los que realmente lucharon por la independencia, fueron traicionados como el caso de Artigas que termino en el Paraguay. Rivera planifico su muerte, esta documentado en el archivo Artigas en la Biblioteca Nacional, con una carta de su puño y letra, fue el responsable de la matanza a los Charrúa en Salsipuedes. Pero en Uruguay sigue siendo héroe nacional. Desde su gobierno que fue el primero hasta el actual, nadie toco las infames mentiras históricas. Haciéndose cómplices de delitos de lesa humanidad.
Este 11 de abril, nos visitara la historia, y estaremos presentes en Salsipuedes, generaremos mas conciencia de la lucha por la reivindicación histórica, por nuestros abuelos. 
Pero también tenemos que detenernos a pensar, en los personalismos, y egocentrismos, que tienen que desaparecer, para poder ser la Nación Charrúa. Somos críticos de la cultura accidental, en la cual nos hicimos hombres y mujeres, amando profundamente nuestra descendencia indígena. Sus valores, la cosmovisión que compartimos con nuestros hermanos en Nuestra Abya Yala. Pero sufrimos de ego, de individualismos, de hacer chacritas para unos pocos. Sufrimos de romanticismo, con falta de actitudes. Nos llamamos inchala (hermano en Charrúa) y estamos todos separados, en grupos, se forman coordinadoras que duran cinco minutos. Mientras hallan dueños de la pelota, que decidan quien juega y quien no, seremos grupos y grupillos, mas nunca la Nacion Charrúa. 

Ricardo Silva (Caio) para Marquemos un Norte

domingo, 6 de marzo de 2011

Antiguos pueblos presentes en cientos de voces de uso diario

Palabras de uso común entre los habitantes de esta región provienen de idiomas originarios, y por costumbre las pronunciamos bien integradas al castellano
ENCUENTRO. VECINOS CHARRÚAS Y GUARANÍES, EN UNA CEREMONIA REALIZADA CON MOTIVO DEL NACIMIENTO DE ENTRE RÍOS EN EL ESPINILLO.


Decíamos en otra columna que en nuestro sistema de ideas, en nuestro mapa de fisonomías de la constitución social no nos dejaron casilleros, modos de anotar al indio, al africano, a eso mismo que somos y que, por obra de la educación europeizante, ocultamos por siglos.

Nuestros umbrales de percepción captan lo europeo, en general. Todo lo acondicionamos para encajarlo en esas estructuras, aunque quede chingueando, aunque entre forzado.

Somos a veces incapaces de reconocer lo que subyace en el criollo, no asumimos que los abuelos de ese criollo son charrúas, angoleños, guaraníes, guineanos, minas, mocovíes, chanás, y también españoles, portugueses…

Y si lo notamos será como una excepción a la regla, aunque la “regla” en algunos lados sea minoría. En Paraná, por caso, uno sale a la calle y encuentra rostros con abuelos en África multiplicados por miles, pero apenas ingresemos a la biblioteca, al aula, a las instituciones, nos preguntaremos por qué aquí no hay negros…

Los ropajes ajenos nos impiden tomar como cierto lo que es obvio.

Con más de 300 vocablos de pueblos originarios en nuestra lengua diaria, no terminamos de convencernos de que, para nosotros, es una prioridad conocer esos idiomas si queremos conocernos. Ya sabemos qué ocurre con un árbol sin raíces.

Lo que no sabemos
Unos documentalistas venezolanos llegaron a estos pagos en la primavera pasada, con la idea de llevar a la pantalla la vida y la obra de José Artigas (a quien los guaraníes llamaron Overava karaí , el señor que resplandece, como explica el oriental Gonzalo Abella).

En un diálogo cordial a orillas del Espinillo, donde se enfrentaron en 1814 entrerrianos y orientales juntos, contra invasores porteños, en un combate que fundaría la provincia de Entre Ríos, comentábamos con los venezolanos ciertos asuntos de Gualeguaychú, Paraná, Uruguay, Gualeguay, y lo que para nosotros era una charla en perfecto castellano a ellos les provocó esta pregunta: ¿son todos nombres del guaraní?

Éramos dos los entrerrianos presentes, y nuestras respuestas mezquinas fueron igualmente monosílabos: uno dijo sí, el otro dijo no.

Nos pintamos bien: no sabemos.

Es que los historiadores, antropólogos y lingüistas coinciden en que la presencia del guaraní es inocultable en la toponimia entrerriana, en el vocabulario habitual, pero esa raíz guaraní no explica todo. Ni siquiera sabemos cuánto explica.

Lo que la espontaneidad de los caraqueños vino a señalarnos es que aquí naturalizamos la presencia de centenares de vocablos que se originaron en idiomas de pueblos antiguos de América, que están en nuestra constitución esencial, y el visitante los distingue en un santiamén, sorprendido ante la identidad, la cadencia, la abundancia de esas palabras no castellanas.

Los ríos que forman el mapa entrerriano, Paraná, Uruguay, Paraná Guazú, Guayquiraró, Mocoretá; los cursos que avenan el territorio al medio de norte a sur, Gualeguay, Nogoyá, Gualeguaychú. Islas grandes como Curuzú Chalí, Las Lechiguanas, islas pequeñas como Cupalén, Cambacuá, Pepeají… Todo el territorio de los panzaverdes, a lo ancho, a lo largo, está impregnado de voces de mujeres y hombres que habitaban estos suelos antes de la conquista europea, sonidos más o menos trasladados a los fonemas y las letras del castellano, aprisionados allí, cuando no tergiversados. Y algo así ocurre en las vecinas Santa Fe, Corrientes, Uruguay.

Uno mira al cielo y pasa en bandada el sirirí, sabe que en el agua reina el surubí, y nos basta salir a los caminos rurales para ver cómo se atropellan al trotecito los cuises. En el suelo, la yarará, la iguana, y si escarbamos un poquito, la isoca.

En algunos casos la modernidad distanciada del entorno pisó los nombres antiguos, rebautizó. Un ejemplo: la isoca, que en la Facultad de Agronomía suelen llamar… “gusano blanco”. Cero creatividad.

Pero los idiomas de aquí tienen un particular prestigio, además, y se nota en las instituciones nuevas que nombran desde allí, como buscando hincar las raíces. El caso de las organizaciones ecologistas Ñangarecó Nderejhe, M´Biguá, Mingaché…

Yan, guay, guale
Los investigadores encuentran un universo tan complejo en nuestro idioma, por la presencia masiva de vocablos indios, que han llegado a señalar esta paradoja: por un lado se dice que Entre Ríos tenía pocos habitantes antes de la conquista y con escaso desarrollo cultural, por otro lado sorprende la cantidad y variedad de voces indias para designar arroyos, ríos, lagunas, cerros, parajes, insectos, aves, peces, anfibios, árboles, hierbas, mamíferos, personas…

Si decimos: el gurí de Paraná pescaba patíes y arrancaba frutitas del mburucuyá bajo un ñandubay al lado de los carpinchos en el Pozo Ju cuando fue atacado por los saguaipés… nos habremos servido de ocho sustantivos indios en una sola frase.

Probemos de otro modo: el río Gualeguay nace en los arroyos Gualeguay y Taraguy cerca de los distritos Tatutí y Mandisoví, y desemboca en el Ibicuy que da al Paraná Guazú. Esto es una panzada de sustantivos heredados de los pueblos originarios, en apenas una oración breve.

Ahora, ¿todo encuentra cuna en el guaraní? Los expertos dicen que no.

Un aporte de Jorge Díez Vélez, en la revista El Mirador, de Concepción del Uruguay, incluye en la toponimia no guaraní entrerriana, o sólo parcialmente guaraní, las voces Calá, Gualeguay, Gualeguaychú, Nogoyá, Villaguay, Cupalén, Gená, Mocoretá, Guayquiraró, Pospós, Gualeyán, Carazú…

Entonces hurga en explicaciones a partir de varias lenguas. En algunos casos señala la posible confluencia de tres idiomas en una sola expresión.

En una columna titulada “La toponimia guaraní en Entre Ríos, un callejón sin salida”, publicado en la misma revista El Mirador, el estudioso Ricardo J. Nardi refuta varias hipótesis y nos alumbra: “hay que destacar que en el siglo 17 se nombra a un cacique charrúa Guaytán en cuyo nombre figura la secuencia guay y en el siglo 18 se cita a otro cacique charrúa llamado Naigualvé, por lo cual se podría sospechar la filiación charrúa de guay”.

Respecto del final yan (Gualeyán), recuerda Nardi que se halla en los nombres de caciques minuanes Cloyán, Lumillán, Olayá.

“Como se ve existe documentación de los morfemas o secuencias guay (way) y yan en la lengua de los charrúas y afines. No se puede recurrir al guaraní gua que es sufijo o posposición. Es posible que ese Guale también sea charrúa”, insiste Nardi.

Florencio López se había tomado de referencias de Antonio Serrano para decir que Gualeyán “está compuesto por un híbrido guaraní charrúa: gua del guaraní lugar, sitio, de allí; y leyán del charrúa deformado por el español de la correcta palabra charrúa lachán que significa perro. Su etimología es, pues, arroyo (¿?) del perro o de los perros”.

Díaz Vélez diría después que Gualeyán podría ser un híbrido Lengua-Pampa (chaquense-pampeano) que significaría arroyo del cacique. Entonces vendría Nardi a decir que yan podría venir del allentiak gente, o del tehuelche cacique, para señalar luego los nombres de caciques terminados en yán o ya, y concluir en que muchas voces están ocultando su raíz.

Claro, la conclusión de Nardi será un mazazo para nuestras expectativas: “Mi sincera opinión es que la toponimia indígena no claramente guaraní de Entre Ríos se halla en un callejón sin salida. Hasta que no hallen vocabularios extensos de otras lenguas todo se reducirá a especulaciones no comprobables con secuencias de sonidos de significación desconocida”.

Límites ficticios
No sabemos bien qué significan, a qué se refieren y cómo están compuestos muchos términos. En algunos casos los expertos llegan a proponer hasta una docena de posibles significados.

Veamos el ejemplo de Uruguay: río de los caracoles, río de los pájaros, río de la región de los urúes, río del canal. O también: río de las vueltas, río de las lechuzas, agua de fuente donde hay pájaros como gallinas, agua de una cueva donde hay pájaros, río de aves de diferentes colores, tierra de la cola del ave, río acaracolado…

El panorama se presenta para algunos vocablos como un camino sin salida, dicen los expertos, pero todo indica que los estudios nos deparan sorpresas. Quizá una investigación lingüística profunda, integral, en la Mesopotamia, Uruguay, Río Grande do Sul, nos daría buenas pistas y nos volvería a convocar a esa unidad de lo que fue la gran provincia del Uruguay, y que los límites ficticios nos nublan.

Nuestros pueblos originarios están, pues, en los rostros de los entrerrianos, en la sangre, en las costumbres, en la identidad cultural, y también en la lengua de uso habitual. Que no podamos distinguir con precisión la cuna de cada palabra es también fruto de la dinámica propia de las lenguas en todo el mundo.

Tirso Fiorotto
De la Redacción de UNO
tfiorotto@unoentrerios.com.ar

Esta columna toma fragmentos de una publicada por el periodista en el anuario Cuando el Pago se hace Canto, de La Paz.